Barcelona se enfrenta a una crisis hídrica sin precedentes, llevando a la Generalitat y al Ayuntamiento a considerar medidas drásticas para preservar el agua en medio de la amenaza de sequía que afecta a toda la región.
La falta de precipitaciones y los embalses operando al límite han elevado la posibilidad de declarar el estado de máxima alerta en el área metropolitana de Barcelona.
Cataluña se encuentra al borde de una sequía histórica, y las autoridades advierten que si no hay lluvias sustanciales en los próximos días, se podría declarar el Plan de Sequía en enero, lo que implica la imposición de medidas extremadamente restrictivas.
Actualmente, los embalses están al 16.5% de su capacidad, y el umbral crítico para el Plan de Sequía se sitúa en el 16%.
La portavoz de la Generalitat, Patrícia Plaja, expresó su preocupación: «Si no se cumplen las previsiones más optimistas, y no llegan lluvias que permitan que crezca abundantemente el estado de los embalses, entraremos en emergencia con mucha probabilidad este enero».
La región del Alt Empordà ya se encuentra en emergencia debido a la dependencia de un embalse casi vacío.
Amenaza de sequía extrema requiere acciones inmediatas
En caso de que se declare la emergencia, se implementarán medidas restrictivas como la limitación del riego, el llenado de piscinas y el cierre de fuentes.
En el nivel 1 de emergencia, se aplicaría una reducción del consumo medio en los hogares de 200 litros por metro cúbico y una disminución del 25% del consumo industrial. Estas restricciones afectarían a más de cinco millones de catalanes en el AMB.
Ante la gravedad de la situación, el Ayuntamiento de Barcelona también está considerando medidas más creativas y sostenibles para abordar la crisis del agua.
Una de las propuestas más destacadas es la implementación de una ordenanza de aguas grises, que obligaría a instalar depósitos para aprovechar el agua de la ducha en la cisterna del váter en nuevas construcciones o grandes rehabilitaciones en edificios con al menos 8 o 10 viviendas.
Este innovador sistema, que ha sido implementado con éxito en Sant Cugat del Vallés durante más de dos décadas, implica la instalación de depuradoras que recogen y limpian el agua usada para ducharse.
Posteriormente, esta agua tratada se redirige hacia las cisternas del edificio, permitiendo el uso de agua residual para tirar de la cadena. Esta práctica no solo es ecológica sino que también contribuye a conservar agua potable.
La experiencia de Sant Cugat del Vallés: un modelo a seguir
Sant Cugat del Vallés ha sido pionero en la implementación de esta tecnología, con aproximadamente 400 viviendas que ya cuentan con sistemas de depuración de aguas grises.
Este enfoque ha demostrado ser eficaz en la reducción significativa del consumo de agua por habitante, precedente que Barcelona podría adoptar para enfrentar la sequía.