En medio del cálido abrazo del verano, los habitantes de L’Hospitalet de Llobregat en el área metropolitana de Barcelona, están experimentando un inesperado giro en su rutina acuática. Las piscinas municipales, oasis refrescantes en medio de las altas temperaturas estivales, han cerrado sus puertas en pleno mes de agosto.
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Este cierre atribuido a «paradas técnicas» para labores de mantenimiento y mejora, ha generado una mezcla de malestar y frustración entre los vecinos que esperaban aprovechar las instalaciones durante la temporada de calor.
Los efectos de esta decisión son notorios y no pasan desapercibidos para los ciudadanos de L’Hospitalet que ven fatal el cierre durante las vacaciones.
Cierre temporal de piscinas municipales en L’Hospitalet: calor y polémica
El Ayuntamiento ha justificado esta medida como parte de una estrategia de mantenimiento y mejora de las instalaciones durante los meses de agosto y septiembre. Sin embargo, esta explicación no ha mitigado el descontento de aquellos que esperaban disfrutar de las piscinas en el apogeo del verano.
La queja principal radica en que, aunque la demanda pueda disminuir durante estos meses debido a las vacaciones, los ciudadanos aún tienen que pagar la mensualidad completa sin poder acceder a las instalaciones.
La situación se agrava al considerar el contexto particular de L’Hospitalet. La ciudad enfrenta altas temperaturas durante el verano y según un estudio realizado por el Institut Metròpoli, hasta el 51% de sus habitantes residen en zonas altamente vulnerables al calor.
Esta combinación de factores hace que las piscinas municipales sean un recurso esencial para mantenerse frescos y cómodos durante los días calurosos.
Curiosamente, L’Hospitalet se encuentra en una posición peculiar en cuanto al acceso a piscinas. A pesar de su densa población, la ciudad cuenta con un número notablemente menor de piscinas en comparación con otros municipios catalanes.
Esta falta de infraestructura se vuelve más evidente cuando se compara con Sant Cugat, donde hay un promedio de 20 habitantes por piscina, mientras que en L’Hospitalet este número se eleva a 4.022 personas por piscina.
¿Alguna alternativa?
La inconformidad de los ciudadanos no solo se centra en el cierre de las piscinas, sino también en la falta de alternativas satisfactorias. Algunos vecinos comentan que pueden optar por acudir a otras piscinas en la ciudad, pero esta solución no es viable para todos.
Además, algunos usuarios se quejan de que, si bien los gimnasios polideportivos municipales tienen permitido el acceso a otras piscinas durante todo el año, los usuarios de las instalaciones antiguas solo pueden disfrutar de esta ventaja en agosto, cuando cierran su piscina habitual.
El malestar vecinal ante esta situación resalta la importancia de equilibrar las necesidades de mantenimiento con el derecho de los ciudadanos a disfrutar de espacios recreativos esenciales, especialmente en épocas de calor extremo.