Justo en el interior del parque natural del Delta del Llobregat y a pocos kilómetros de Barcelona existe un escenario ideal. Se trata del CRAM (Centro de Recuperación de Animales Marinos) que hacia el sur delimita con las playas de la ciudad y con las cercanías del aeropuerto de Barcelona.
Esta visita es ideal para realizarla con niños y en familia. Todas las actividades de aprendizaje, rescate y divulgación en el Centro están orientadas al rescate y cuidado de delfines, tortugas y tiburones del Mediterráneo.
El CRAM
Ubicado a menos de media hora desde el centro de Barcelona, se considera uno de los centros más importantes de Europa entre los de su género.
El Centro ocupa 18.000 metros cuadrados y opera como una fundación privada sin ánimo de lucro. Todo se gestó a partir de la idea de un grupo de voluntarios sensibilizados para salvar a centenares de delfines atacados por una epidemia vírica letal en 1991.
Estos voluntarios se ofrecieron a la Generalitat para trabajar y salvar a animales marinos en situación de vulnerabilidad. Gracias a ello la Fundación CRAM nació en 1994, completando en la actualidad 25 años de labores.
Durante estos años equipos de trabajo del Centro han asistido a más de 400 ballenas y delfines que se varan en la playa. También han recuperado y liberado a más de 600 tortugas marinas.
Las visitas guiadas en el CRAM
Nunca cierra y los fines de semana ofrece a sus visitantes diferentes programaciones (siete propuestas para familias) que se alternan periódicamente.
Pero si quieres asistir a las visitas guiadas los fines de semana debes hacer reserva con anticipación. Estas visitas para grupos de adultos y niños se realizan de las 10.00 a las 12.00 horas e inician con la recepción de un educador en el edificio pedagógico.
También podrás hallarte a una exposición sobre la biodiversidad en la planta baja del edificio. El objetivo de la exposición es enseñar a los visitantes sobre la importancia de proteger el mar no arrojando toallitas limpiadoras ni plásticos a la playa. Estos residuos pueden matar a los animales que los tragan.
Otro de los objetivos de la visita es dar a conocer la leyenda negra de los tiburones y su historia real. Comentan los guías que para 2018 murieron solo cinco surfistas por ataque de tiburón en el mundo, en contraste con la muerte de miles de tiburones a manos humanas.
Destacan que estos animales se parecen a los delfines y los prefieren como comida, mucho más que a un surfista. La excusa de su muerte son sus cotizadas aletas, catalogadas como un manjar o un ingrediente cosmético único.
Los pescadores atrapan el tiburón y le cortan sus aletas aun estando vivo y luego lo regresan al mar, quedando indefenso y de seguro muerto en poco tiempo.