El 15 de septiembre de 2023, el mundo lamentó la pérdida de un ícono artístico y cultural: el famoso pintor y escultor colombiano, Fernando Botero que falleció a la edad de 91 años.
Si bien su legado artístico se extiende por todo el mundo, Barcelona tuvo el privilegio de albergar dos de sus creaciones más notables: el caballo de la terminal 2 del aeropuerto del Prat y sobre todo, el icónico «Gato de Botero» que se encuentra en la Rambla del Raval.
La relación entre el Gato de Botero y la ciudad de Barcelona se remonta a 1987, cuando el Ayuntamiento de la ciudad adquirió la escultura.
Desde entonces, esta majestuosa obra de arte se ha convertido en un símbolo emblemático de Barcelona, atrayendo a visitantes de todo el mundo y convirtiéndose en parte integral de la vida cotidiana de la ciudad.
El legado del Gato de Fernando Botero en Barcelona
El Gato de Botero ha vivido una serie de mudanzas a lo largo de los años. Inicialmente, encontró su hogar en el Parc de la Ciutadella, donde compartió espacio con otras esculturas. Luego, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de 1992, fue trasladado al Estadio Olímpico Lluís Companys.
Posteriormente, se mudó a la plaza de Blanquerna, detrás de Drassanes, donde custodiaba la entrada a los jardines del Baluard. Durante 16 años, este gato de bronce de siete metros de largo, dos metros de alto y dos metros de ancho, vagabundeó por la ciudad en busca de su hogar definitivo.
Fue en 2003 cuando finalmente encontró su lugar permanente en la Rambla del Raval. En este emblemático sitio, el Gato de Botero ha desempeñado tres funciones fundamentales: la ornamental, la simbólica y la utilitaria como punto de encuentro.
En su ubicación actual, este majestuoso gato se ha convertido en un elemento inseparable del paisaje urbano de Barcelona.
Más allá de su apariencia imponente y su belleza escultural, el Gato de Botero ha sido testigo de momentos históricos en Barcelona. Uno de los episodios más notables fue durante el proceso político conocido como el «procés».
En diciembre de 2017, la escultura apareció cubierta de lazos amarillos y una inmensa cinta amarilla la envolvía. Este gesto simbólico se convirtió en un reflejo de los acontecimientos políticos en Cataluña.
Sin embargo, el Gato de Botero también ha enfrentado desafíos, como el acto vandálico perpetrado por el grafitero Darryl McCreay, alias «Cornbread», en mayo de 2022.
Un gato con historia
La historia de este gato de bronce es similar a la de un felino que da vueltas antes de acomodarse en su lugar favorito. Durante años, la escultura de Botero buscó su ubicación definitiva en Barcelona. Finalmente, en la Rambla del Raval encontró su lugar, donde ha dejado una huella imborrable en la identidad de la ciudad.