En un giro inusual, las pistas de hielo para patinaje han protagonizado un debate en Cataluña debido a la sequía que afecta a la región, especialmente al área de Barcelona.
Estas instalaciones, emblemáticas de la temporada navideña, han sido objeto de críticas debido a su consumo de agua y al alto gasto energético asociado a la creación de hielo en un contexto donde la crisis climática demanda medidas de ahorro.
Aunque algunas pistas como la de Barcelona o la de Manlleu, emplean poliuretano, un material sintético, otras dependen significativamente de grandes cantidades de agua. Ante esta situación, el Departament d’Acció Climàtica ha señalado que el Plan Especial de Sequía (PES) no aborda específicamente estos usos del agua.
Según fuentes de la conselleria, se ha delegado la decisión sobre la instalación de estas pistas a los ayuntamientos, considerando evaluar la necesidad de tales infraestructuras en un momento de sequía crítica.
El debate sobre las pistas de hielo en Cataluña
En caso de que los ayuntamientos opten por mantener las pistas de hielo, el Govern destaca la importancia de que el consumo de estas no afecte la capacidad de cumplir con las dotaciones máximas permitidas por el PES en cada localidad, considerando las fases de excepcionalidad, preemergencia o emergencia.
Algunos municipios han renunciado a las pistas en respuesta a la sequía, mientras que otros, con variadas orientaciones políticas, han decidido seguir adelante con esta atracción navideña.
El dilema se acentúa con ejemplos concretos. En Manresa y Sant Feliu de Llobregat, el consumo de agua para las pistas de hielo asciende a 20,000 y 25,000 litros respectivamente.
En Sant Feliu de Llobregat, la instalación de una pista de hielo durante una situación de emergencia climática ha suscitado controversias y amenazas de denuncias por parte de la oposición.
Las medidas del Ayuntamiento
El Ayuntamiento asumirá el aporte necesario de agua para la infraestructura, alegando que la pista contribuye a la dinamización económica del municipio y del comercio local.
Algunas ciudades han adoptado medidas de ahorro. Vilafranca del Penedès y Platja d’Aro utilizan agua no potable de pozos, Girona ha reducido el grosor del hielo para ahorrar agua, y Olot apuesta por el agua regenerada.
A pesar de estos esfuerzos, la plataforma Aigua És Vida ha expresado críticas, señalando que una pista de hielo puede consumir la misma cantidad de agua que 233 personas en un día, y destaca el impacto simbólico negativo en un momento en que se insta al ahorro de agua.
El debate plantea preguntas sobre la coherencia de mantener estas pistas en tiempos de crisis climática. Además del consumo de agua, se destaca el elevado consumo energético, que en algunos casos supera los 35,000 kilovatios hora, equivalente al consumo de varias viviendas.
En última instancia, la decisión recae en los ayuntamientos.