Son muchos los edificios icónicos diseñados por Antoni Gaudí en Barcelona. Sin embargo, hay un edificio menos conocido pero igualmente fascinante que es obra de este renombrado arquitecto catalán: la Torre Bellesguard.
Es «el gran desconocido de Gaudí» debido a su ubicación apartada y su historia como residencia privada.
La Torre Bellesguard que data de 1900, se encuentra en lo alto del barrio de Sant Gervasi, a los pies de la sierra de Collserola. Esta ubicación brinda vistas panorámicas de 360 grados de la ciudad, lo que justifica su nombre que significa «vistas bonitas».
En 2013 la Torre Bellesguard abrió sus puertas al público como un monumento modernista visitable y ahora, en el décimo aniversario de esta apertura, se han revelado nuevos descubrimientos del edificio y se han abierto espacios antes no visitables.
Una visita por la Torre Bellesguard de Gaudí
El 5 de noviembre de 2023, el Grupo Catalana Occidente (GCO), que ahora es propietario de Bellesguard, organizará una visita especial que permitirá a los visitantes acceder al segundo piso noble de la Torre Bellesguard.
Además de apreciar la singular arquitectura del edificio, la visita permitirá desvelar un secreto que Antoni Gaudí ocultó en las paredes del edificio y que ha permanecido guardado hasta ahora.
Su rosetón en la fachada que representa un cielo estrellado con una gran estrella de ocho pinchos en el centro. Esta vidriera tiene múltiples significados, como una referencia a la noche en que nació Jesús, al astro Venus, a la estrella de Navidad seguida por los Reyes Magos o a la rosa de Reus.
Sin embargo, el verdadero secreto de esta estrella ha sido descubierto recientemente por Galdric Santana, cátedra Gaudí y director del Grup d’Investigació Bellesguard.
El esplendor en la Navidad
La investigación de Santana ha revelado que Gaudí diseñó la vidriera de la fachada principal con una inclinación precisa que permite que cada 25 de diciembre, entre las 16 h y las 17 h de la tarde, el sol entre por la estrella de la Torre Bellesguard de forma directa.
Esto proyecta nítidamente la silueta de la estrella en el interior del edificio, creando un juego de luces y sombras que alcanza su máximo esplendor en Navidad. Si bien el efecto de luces y sombras se puede apreciar en otros momentos del año, Gaudí calculó que su máximo brillo y nitidez se produciría precisamente el día de Navidad.
Gaudí, conocido por describir los colores que la luz dejaba al atravesar las vidrieras como «pinturas efímeras de Dios», experimentó al máximo con las posibilidades de las vidrieras en la Torre Bellesguard.
Aunque el uso de la gnomónica, la ciencia que estudia la trayectoria del Sol y su uso para crear proyecciones, generalmente se reservaba para edificios sagrados o de culto, como catedrales o iglesias, Gaudí decidió incorporarlo en este edificio.