Un paseo inesperado por el cementerio de Poblenou

El cementerio de Poblenou en Barcelona es un lugar fascinante, repleto de historias ocultas y leyendas urbanas. A pesar de la solemnidad de su entorno, este sitio ofrece una mirada única a las vidas pasadas de la ciudad. Se puede considerar un pequeño museo al aire libre que alberga tendencias artísticas y urbanísticas de épocas pasadas. Como si de un libro de historia se tratara, las tumbas y panteones narran cuentos de famosos y desconocidos, que por alguna razón han logrado eludir las garras del olvido.

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el origen de un cementerio icónico

El cementerio de Poblenou se destaca por ser el primer recinto moderno de Barcelona dedicado a fines funerarios. Fue diseñado por el arquitecto italiano Antonio Ginesi, quien lo reconstruyó en 1819. El cementerio original fue arrasado por las tropas napoleónicas en 1775. Este diseño posterior seguía un estilo neoclásico, y el espacio emanaba un aura de orden e igualdad. Las columnas en la entrada, con figuras mitológicas que las coronan, son su firma característica.

Históricamente, los lugares de entierro se encontraban cerca de las iglesias o en pequeños cementerios parroquiales. Pero el cementerio de Poblenou marcó un punto de inflexión, al ser construido más allá de las murallas de la ciudad. Curiosamente, en ese tiempo, los terrenos cercanos a la playa donde se encuentra eran poco habitados.

la icónica estatua del beso de la muerte

Quien visita este cementerio no puede dejar de notar la escultura más emblemática del lugar: el *Beso de la Muerte*. Esta estatua está inscrita con versos del ilustre poeta Jacint Verdaguer. La familia de Josep Llaudet, un joven fabricante textil, ordenó su elaboración tras su fallecimiento. Aunque su autoría exacta sigue siendo un misterio, la pieza es una obra maestra que simboliza la aceptación serena de la muerte, representándola como un aliado en el descanso eterno.

el beso de la muerte poblenou

sepulcros de prestigio y panteones imponentes

Además de su arte funerario, Poblenou alberga un área dedicada exclusivamente a la burguesía adinerada, creada en 1894 por el arquitecto Joan Noalla. Este espacio es un despliegue impresionante de panteones y esculturas que denotan el prestigio y el poder económico de sus dueños. Entre los vecinos más ilustres del cementerio se encuentran figuras como el banquero Evaristo Arnús de Ferrer, el abogado y primer alcalde de la ciudad José Mariano de Cabanes i de Escofet, y la célebre familia de Mary Santpere.

el santet de Poblenou, una historia de fe y devoción

Sin embargo, la tumba más popular no pertenece a la realeza de la ciudad. Es la de un hombre joven llamado Francesc Canals i Ambrós, mejor conocido como el “Santet de Poblenou”. A sus 22 años y de origen humilde, Canals fue muy querido por sus vecinos. Su historia cobra vida gracias a los relatos de sus *sueños premonitorios*, uno de los cuales se centró en un incendio futuro en una famosa nave barcelonesa.

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Este relato, junto con la creencia popular en su capacidad de realizar milagros, ha dado lugar a un culto en torno a su figura. Tanto que en 1908, el Ayuntamiento de Barcelona vio necesario trasladar su tumba a un área más accesible debido a la gran cantidad de devotos que la visitaban. Incluso hoy, la lápida del Santet se llena de ofrendas y cartas, testimonio de una fe que cruza el umbral de la muerte.

el auge del necroturismo en Barcelona

A medida que el necroturismo o turismo de cementerios cobra fuerza, la rica historia del cementerio de Poblenou lo ha convertido en un destino popular. El Ayuntamiento de Barcelona, consciente de este interés, ofrece rutas guiadas por sus cementerios, también abarcando el de Montjuïc. Los visitantes pueden adentrarse en el pasado de la ciudad, descubriendo historias y monumentos que han resistido el paso del tiempo.

Este singular necroturismo permite admirar el arte escultórico y conocer personajes que deambulan por las páginas menos conocidas de la historia barcelonesa. Poblenou cobra vida a través de sus narrativas eternas, donde cada tumba y cada sombra cuenta un relato único.

Carrer de Carmen Amaya, 69, Sant Martí, 08005 Barcelona, España